LAUTARO……..

LAUTARO……..

Lautarito estaba paradito en una esquina de su habitación, sobándose cautelosamente la colita. De rato en rato, giraba su cabecita intentando adivinar si su mamita aún estaría plantada detrás de él, vigilándolo.

-Plass…

-Nariz en la esquina, jovencito- Dijo por tercera vez, Eloísa, ésta vez añadiendo un azotito al ya dolorido traserito de su pequeño.

-Ay! Mamita! Ya me pongo, pero ya no más…. Buaaa- Se quejó Lauti, escudando sus nalguitas con ambas manitos.

-Eso es lo que estoy esperando, Lautaro, que hagas caso y te pongas como ordené…-Dijo mamá, cruzándose de brazos. Pero al ver la carita sufrida  de su niño, suavizó su rosto y añadió.- Anda hijo, no quiero más desobediencias o volverás a mis rodillas, estamos claro?!

-No, mamita. Ya no lo hago más...-Respondió el pequeñito, pasándose la manito por los cachetes para limpiarse los rastros de lágrimas.- Mami.... cuánto tiempo tengo que estar aquí?- Pregunto, haciendo ojitos de borreguito a medio morir para ablandar el corazón de su mamá-

Já, pero qué acaso Elo tiene un corazón de piedra, o qué?!- Cinco minutitos, cariño... unito por cada añito de vida.- Le respondió mamá, acomodándolo de frente a la pared.

-Bueno mami… - Pero el niño no conseguía quedarse callado. Él quería más explicaciones de por qué era malo lo que hizo. 

-Mamita?!!...-Se escuchó la voz chiquitita al cabo de los dos minutos.

-Buffff….!! Eloísa resopló molesta. Su hijito parecía no entender el concepto de “quedarse calladito en el rincón” y eso la estaba haciendo enojar. -Qué quieres, hijo?!-

-Po qué  es malo no hacher caso?... Soy malo po eso??-

Eloísa suspiró, sintiendo una punzada en el pecho. “De veras, qué pésima madre soy”, pensó. Su nene lindo creía que era malo?! Eso le había hecho creer sólo por darle tres palmadas?!

-Mami, no quelo ser malo! –Dijo apenado, sosteniendo las lagrimitas, con un puchero tembloroso. Ya no le dolía la colita… bueno, sí, pero también el corazoncito, creyéndose un niño malo -Yo… yo sólo quelía jugar como  los otos niños gandes… buuaa 

-Ohh, mi bebé, ven aquí, tesorito. Ven con mami...-La mujer se inclinó a recoger en sus brazos a su bebé, que se colgó a su cuello sollozando.

-Buaa .... Mamita, es que papito dijo que yo ya ela un niño grande… te acuedas cuando soplé las velitas?!! Y yo vi a los niños jugar afuera y quise jugar con ellos… Me peldonas por ser malo?!- Suplicó, juntando sus manitos como si estuviera rezando.

-Shhh...Tú no eres malo, mi solcito lindo!- Afirmó la mamá, tomando una manito entre las suyas y llenándola de besos- Sólo eres un poco traviesito y medio desobediente, por eso mamá tuvo que castigarte.- Explicó calmadamente, consiguiendo que el llanto de su niñito fuera menguando con sus arrullos.

-Mamita? Podemos no decirle a papito?!!-Preguntó esperanzado- Yo pometo que te hago caso en toho - dijo con una risita y poniendo esa miradita con la que conseguía casi todo de sus padres.

Elo lo miró enternecida y cuando estuvo a punto de ceder al chantaje... perdón, digo aceptar el "trato" de su pequeño, una voz masculina se oyó desde la puerta...

-Oh, y qué será eso que no me van a decir?!- Dijo un señor muy guapo, vestido con un traje negro, que le daba un porte muy elegante. Leonardo había estado mirando desde hacía un par de  minutos la escena, apenas para poder escuchar el pedido de su pequeño.

Lautarito abrió grande sus ojitos verdes, del susto que se llevó. “Ups, será que papito me escuchó?!” Pensó el nenito, por las dudas acurrucándose más en los brazos de su mamita, como buscando esconderse en ellos.

-Hola amor!!- Saludó Eloísa, mientras su esposo se acercaba a darles un beso y a averiguar por qué su bebé tenía todas las señas de un niño que había sido travieso y castigado. Y, conociendo a su hijo sabía que algo había hecho.    

-Hola amor!- Respondió a su vez, Leo, besándola en los labios con ternura. -Hola, hijito... -Dijo, dándole un beso sonoro en la frentecita- Cómo se portó mi campeón?!- Preguntó tomándolo de los brazos de Elo para elevarlo en el aire, gesto que atrajo una leve sonrisita a su hijto, en lugar de las tremendas carcajadas que solía lanzar.

-Te quelo mucho papito, tú me queles??- Preguntó el nene, tratando de desviar el tema.

-Sabes que con todo mi ser, mocoso consentido... pero qué sucede?!- “Qué habrás hecho, chiquito mío, para traer esa carita, eh?”-Pensó el joven padre.

-Ehm… Sabes, papito?! Mamá se poltó mal - Dijo con una seriedad y convicción que hizo reír a su padre, pero decidió seguirle el juego

– Ah, sí?! Uhmm, y qué hizo mamá que se portó mal?... Porque si es así, habrá que dejarla sin postre – Dijo, mirando a su esposa guiñándole un ojo. Eloísa se limitó a observarlos con una sonrisa de

Aquello abrió una posible ventanita al sentimiento de la venganza y Lautarito decidió aprovechar la oportunidad que le estaba dando su papá.- Mamita le pegó a tu bebé, papito!- Acusó, mirando con los ojitos achicados a su madre.

-Oh!! Pero como es eso posible?!! - Dijo con cara de sorprendido. Pero luego agregó una preguntita peligrosa- Y qué hizo mi bebé para que mamita le hiciera eso? - Aquella pregunta no le gustó nada a Lautaro, porque se dio cuenta que tendría que contarle a su papito  y eso no quería hacerlo  -Pol tu culpa, papito, me pegó…-Respondió el nene.

-Qu- qué?!! Por mi culpa?!!!- “A ver con qué me sales ahora, jovencito?!”- Eran los pensamientos del hombre- Y qué hice yo?-Preguntó, poniendo carita de inocente.

-Tú me dijiste que yo ela un niño gande, cuando sople las velitas, y hoy vi a los niños gandes jugar a afuera y mamá no me dejaba ir pelo, como soy gande, me fui igual. Ves?! Es tú culpa, po no decirle a mamá que ya soy gande- Le explicó a su papá su gran teoría de cómo TODOS eran culpables, menos él.-

Leo se tuvo que morder la lengua, casi ahogándose con tal de evitar reírse ante el descaro de su angelito inquieto.

“Ufff …Si ya lo decía yo, que lo que tienes de tierno, lo tienes de manipulador”, pensó Leonardo, mirándolo con cariño.

Acaso podía ser más tierno su hijito?! Yo creo que nop.. y es que, Lauti era adorable, vivaracho, ingenioso y travieso, y la falta de su dientecito le daba un toque de ingenuidad que le robaba el corazón a cualquiera.

-Hijo, eso no es así! No debiste desobedecer a mamá. Y sí, yo te dije que eras un niño grande, pero aun así debes obedecer y no hay discusión en eso!- Contestó el papá, con un tono  que indicaba seriedad absoluta sobre el asunto.

-Pero, pero... yo… yo, papito... –Quiso defenderse el mococito, pero al ver que no tenía argumentos, bajó la cabecita y murmuró- me peldonas?!

Leo sonrió feliz- Claro que te perdono hijo!!  

-Y yo también, mi amor chiquito - Le dijo mamá, que se acercó para unirse todos en un abrazo- Te queremos mucho y por eso no queremos que te pase nada malo. Salirte así es peligroso. Prometes que no lo haces más?!- Le dijo la mamá a su pequeño.

-Lo plometo pol mi meñique- Contestó el pequeñín, estirando su dedito chiquitito para concretar la promesa. Su papá a su vez alargó su dedo cruzándolo con el de su hijito. 

“A ver cuánto le dura la promesa”, pensaron ambos padres… pero ellos esperaban que mucho tiempo, por el bien de su solcito y el de su traserito.

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