jueves, 16 de enero de 2014

Una Nueva Vida, Capítulo 2



Ojala les guste y gracias por leer ;)
Una Nueva Vida, Capítulo 2
Oliver quiso retractarse desde el momento en que las palabras salieron de su boca pero, muy a su pesar, se dio cuenta de que no podía, algo en su interior no estaba dispuesto a permitírselo.
-Ollie, no estarás insinuando…- comenzó Laurel, incrédula. A ella también la había tomado completamente por sorpresa.
-¿Qué proceso debo seguir para convertirme en su tutor?-
Tanto el jovencito como la mujer le dirigieron miradas de estupefacción. ¿Acaso estaba bromeando?
-No puedes estar hablando enserio- articuló por fin Laurel- Es una pésima idea-
Y lo era. Oliver no estaba familiarizado en lo absoluto con cuidar de alguien más, dejarlo a cargo de cualquier ser vivo era una idea muy pero muy mala… sobre todo si ese ser vivo era igual a él cuando era más joven. No obstante, era una decisión tomada, la cual sólo se confirmó al percibir la mirada que Roy le dirigía; precaución, desconfianza… gratitud.
-No estoy bromeando, Laurel, quiero adoptar a Roy-
-No, Oliver- sentenció ella, cerrando el folder y guardándolo de nuevo en el maletín.
-Laurel, yo…-
-No- repitió ella- Ni siquiera eres responsable-
Bien, iba a tener que utilizar una carta de la cual no estaba muy orgulloso.
-No tienes prueba de eso. Mi expediente está limpio- argumentó el magnate.
Laurel, por su parte, le dirigió una expresión que gritaba “No puedo creer tu descaro”.
-Eso es sólo porque tus padres se encargaron de ello- repuso la indignada chica- para que sus amigos y socios no hablasen de ellos-
Auch. Eso había dolido, pero el joven estaba decidido y no se dejó afectar por el comentario.
-¿Está limpio o no?- replicó, manteniendo la encantadora sonrisa que lo caracterizaba.
Laurel no podía con la cínica actitud de su ex novio, pero lo que en verdad la derrumbó fue la mirada de fingida inocencia que se encontró al mirar a Roy. Definitivamente, el chico podía pasar por todo un santo cuando dejaba de lado aquella altanera actitud.
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Cinco días después, un guardia utilizaba su llave para quitar las esposas de las muñecas de Roy. Se encontraban en la salida de uno de los miles de edificios a los que habían tenido que ir para eso de la adopción. La verdad, a Roy no le importaba si iban a la corte, a Servicios Sociales… le valía que fueran al hospital, siempre y cuando eso significara que no iba a ir a dar a la cárcel. Él sólo firmaba lo que Laurel le decía y ponía cara de santo frente a los jueces.
Las autoridades habían hecho lo posible para que todo fuese extremadamente rápido, pues para ellos mientras menos criminales sueltos en las calles mejor, y Roy Harper era un criminal en potencia.
Por fin el malencarado guardia le retiró las esposas, aunque un poco más bruscamente de lo necesario. Después volteó a ver a Oliver muy seriamente.
-A este chico lo he visto miles de veces en la estación y créame: se va a arrepentir- le advirtió entre dientes.
-Eso no va a suceder- repuso Oliver, poniendo instintivamente la mano en el hombro de Roy y echando a andar en dirección a su auto.
A media cuadra, Roy se detuvo.
-¿Qué? ¿Te pasa algo?- le preguntó extrañado su nuevo tutor, deteniéndose también para encararlo. La verdad es que estaba algo nervioso, jamás había cuidado ni a su hermanita durante diez minutos.
-Gracias por ayudarme- le dijo, antes de empezar a caminar en dirección opuesta.
-¿Qué?- replicó confundido- ¿A dónde vas?-
Roy se detuvo de pronto y miró a Oliver por encima del hombro. Al notar la expresión del hombre, dio media vuelta y se acercó un poco.
-¿Hablabas enserio con lo de ser mi tutor?-
Entonces Oliver lo comprendió todo. Claro, el chico había pensado que era sólo una treta para que lo dejaran libre.
-Duh- exclamó- no puedo dejar que regreses a una casa vacía a vivir por tu cuenta siendo tan joven, ¿o sí?- se explicó un tanto incómodo. En todo ese tiempo apenas y había intercambiado palabra con el adolescente, pero decía la verdad: no podía dejarlo por su cuenta. Si lo hacía, de seguro acabaría en la cárcel.
Roy se pasó una mano por el rostro, tratando de encontrar una forma de decirle al tipo por qué no podía ir con él sin ser grosero. Después de todo, el hombre prácticamente le acababa de salvar el pellejo.
-Mira, no te ofendas. Estoy muy agradecido y todo, pero no eres el tipo de persona que quiere tener mocosos deambulando por su casa- habló al fin. No estaba bravucón, pero tampoco traía la fachada de santo, esa era para los que lo querían enviar a la cárcel y hasta ahí.
Bueno, había que darle crédito; el chico tenía un punto.
-Eso no lo sabes, Roy, ni siquiera me conoces- insistió, tratando de ser tan persuasivo como lo era en los tratos de negocios. 
Desafortunadamente para Oliver, no estaba hablando con un socio, sino con un muchachito que, según su Acta de Nacimiento, acababa de cumplir catorce hace apenas un mes.
-Oliver Queen. Millonario, playboy, recién rescatado de un naufragio en el que estuviste por varios años y, sobretodo, el Rey de las Fiestas de Star City- recitó- tu vida entera abarca los medios, viejo, no puedes esperar que alguien no te conozca- concluyó, echando a andar de nuevo, pero ahora Oliver lo atrapó del brazo.
Todo lo que había dicho el crío era cierto. No le gustaban los niños, no estaba acostumbrado tener responsabilidad alguna (al menos no fuera de la isla, donde había tenido que sobrevivir, pero bueeenoooo, ese era otro tema), prefería salir a una buena fiesta que quedarse en casa leyéndole a un crío una historia para dormir… Sin embargo, no podía dejar sólo a ese chico pues de ser así seguramente acabaría muy mal, quizás hasta muerto al paso que iba. Reunió valor, al chico no le iba a gustar.
-Soy tu tutor legal- le aclaró como si aún no le entrase al muchacho en la cabeza- por ende, tienes que venir conmigo. Si ya cambiaste de opinión, siempre podemos regresar y decirle al juez que prefieres una no tan cómoda estancia en la correccional-  
Roy lo miró incrédulo, pues ciertamente no se había esperado la amenaza…
-Puedo ayudarte, Roy, y no, no es limosna- aclaró, pues se dio cuenta de que el muchacho estaba listo para protestar- pero me preocupa que regreses a vivir solo, comiendo quien sabe cada cuando- expuso con honestidad.
-Tú eres el que no me conoce a mí- se enfadó Roy, tratando de soltarse, pero Oliver apretó aún más su agarre en el brazo del chico.
-Dime la verdad, ¿Cuántas veces comes a la semana? No, mejor, ¿Cuántas comidas tienes al día? Y comida sustancial, Roy, no una bolsa de frituras o un pretzel  frío-
-No es tu asunto- replicó el joven, perplejo y con mirada desafiante.
-Ahora lo es-
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Oliver manejaba su auto tranquilamente. Había tratado de mantener el asunto tan privado como le fuese posible y, por desgracia, eso involucraba también escondérselo a su familia y amigos. De otra manera, el secreto no hubiese durado ni un minuto. Gracias a Dios, el proceso legal ya estaba completado, ahora venía lo difícil: decírselo a su familia… bueno, eso y conseguir que el chico le hablara, estaba más serio que una tumba.
-Espero que te sientas a gusto en casa- comentó Oliver, en un patético intento por iniciar una conversación- Mi familia es algo extraña, pero…-
-No encajo bien en las familias- le cortó Roy, con la vista fija en la ventana del asiento del copiloto.
Oliver se quedó en silencio de nuevo, pensando mil formas de darle a entender a Roy que no lo llevaba con él por capricho, sino porque le había parecido lo mejor para el adolescente.
-Mira, roy…- intentó de nuevo, sin realmente saber qué decir.
-¿Si?- inquirió el joven, aunque se podía decir que no estaba para nada interesado.
-Yo… no quisiera que pienses que… esto es un capricho o que estoy tratando de quitarle el lugar a tu padre o algo así- titubeó.
El magnate de Star City estaba hecho un manojo de nervios pero, para su asombro, el joven profirió una sincera y fuerte carcajada.
-No te preocupes- respondió sonriendo aun, cuando se calmó- No hay lugar que tomar. El bastardo se fue cuando nací-
De acuerdo, ahora sí Oliver se quería morir de vergüenza.
-Lo siento, yo…-
-Está bien, enserio. No es como que alguna vez haya realmente tenido un padre, así que da igual- respondió, después añadió de buena gana- Quien sabe, igual y tú seas el primero- bromeó Roy, con ese humor negro que lo caracterizaba… provocando que al hombre casi le diera un paro cardiaco y choquara con los 3 autos de alrededor gracias al susto- Bromeaba, bromeaba. Caray, no te espantes- le aseguró Roy, aferrándose a su asiento y cinturón de seguridad como si su vida dependiese en ello… porque técnicamente así era.
-No es eso… es que la llanta derrapó- mintió Oliver, logrando engañar a nadie pues era pleno verano y no había hielo, además de que el día, y por tanto la carretera, estaban más secos que el sol.
-Seguro, la llanta- sonrió Roy.
Oliver se vio forzado a devolver el gesto cuando se dio cuenta de que él y Roy no sólo tenían la misma mirada, sino también la misma sonrisa… y no la que usaba con la prensa y algunos socios de la empresa, sino la real; la que sentía; la que a veces le dedicaba a su hermana; la que pocas veces había usado después de volver de la isla.
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Abrió la puerta de la Mansión, tan sólo para darse cuenta de que Roy aún se encontraba en las escalinatas, escudriñando con la mirada lo que sería su nuevo hogar. Oliver esperó un momento en lo que el chico se acercaba. Antes de llegar ahí, habían pasado a la casa de Roy a recoger las pertenencias del muchacho, pero tan sólo habían llenado una mochila y una bolsa grande de plástico negro que Oliver llevaba al hombro…
La casa de Roy no era más que una estructura a punto de colapsar en los Glades, una zona peligrosa de la ciudad. A Oliver le sorprendía que el joven hubiese sobrevivido tanto tiempo por cuenta propia. También le había llamado la atención cuando Roy guardó un largo estuche rectangular de resistente madera en la bolsa de plástico; parecía en perfecto estado y el joven se había mostrado muy cuidadoso con éste, incluso parecía que le mostraba lo que a muchos adultos no: respeto. No obstante, Oliver no había hecho ninguna pregunta; tan sólo quería acabar con todo eso de la mudanza tan pronto como fuese posible.
El joven se apresuró a llegar a su lado, no queriéndose quedar atrás. En realidad, esa casa se veía tétrica y la idea de estar en ella sólo no le llamaba mucho la atención. Oliver le hizo una seña para que entrara y después pasó él, cerrando la puerta a sus espaldas.
-¿Qué te parece?- preguntó Oliver divertido al ver cómo Roy le hacía muecas al recibidor.
-Es… grande- atinó a decir Roy, para así evitar palabras como sombría, tétrica, intimidante, etc…
Oliver dejó salir una carcajada y le puso al chico la mano en el hombro. Sabía que su casa no era el lugar más alegre del mundo, pero al menos las ventanas dejaban entrar luz, sino el lugar podría hacerle de perfecto escenario para una película de terror.
-Yo sé que no es Disneyland, pero creo que te adaptarás- le animó.
-¡Ollie, estás en casa!- escuchó los alegres alaridos de su hermanita corriendo hacia él desde las escaleras, sin embargo, la jovencita se detuvo a los pies de esta al notar al nuevo inquilino.
Thea Queen era una joven muy bonita con una sonrisa encantadora que a sus, recién cumplidos, catorce años de edad le daba una cierta chispa que muchas chicas de su clase envidiaban. Además, en su casa lo que ella quería conseguía, lo cual no la había convertido en alguien desagradable, pero sí un tanto caprichosa. Sin embargo, lo que había pasado con su padre y hermano le había dado el golpe de su vida, bajando su elevado autoestima a casi nada. Por supuesto, ella se encargaba de no demostrarlo en la escuela o en ninguna parte. Gracias a Dios, justo cuando estaba más hundida, su hermano regresó. Thea lo adoraba, cada vez que él llegaba a casa era para ella como un recordatorio de que la vida seguía y ésta le acababa de dar una segunda oportunidad.
No obstante, ese día Oliver no iba sólo. A la joven no le importó y siguió corriendo hacia él… hasta que reconoció al chico que lo acompañaba.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó en estado de shock, a pie de las escaleras.
-Aquí vivo- respondió Oliver de buen humor.
-No tú- le aclaró- él- especificó, haciendo una seña con la cabeza en dirección al intruso.
-Thea- comenzó Oliver, con una leve sonrisa- Él es Roy Harper, se…-
-Es el chico que me robó el bolso- le cortó ella.
¿Qué? ¿Qué bolso? ¿De qué hablaba su hermana?
Roy, por su parte, sonrió con cinismo.
-Hola, preciosa, ¿me extrañaste?-
Oliver instintivamente le dio un fuerte codazo al joven. ¿Cómo se le ocurría hablarle así a su pequeña e inocente hermana?
-Auch- se quejó Roy, llevándose la mano a las costillas- Tranquilo, viejo, sólo saludé a la dama-
Oliver rodó los ojos, pero más fue la curiosidad que la indignación.
-¿Se conocen?- les preguntó. Al parecer no iba a ser tan sencillo que la convivencia entre Roy y el resto de su familia.
Thea fue quien se apresuró a contestar.  
-Desgraciadamente. Este vago es un ladrón cualquiera que vive en una casucha fea de los Glades- lo definió despectivamente, y no era para menos. El muy descarado Había inventado una historia lastimera para que Thea retirara los cargos por robo y cuando la joven fue a recuperar su bolso a la casa del joven delincuente, éste tuvo el descaro de decirle que había mentido y que no fuera ilusa. Claro que no se merecía su compasión.
-Mi palacio es tu palacio, bombón- fue la vulgar respuesta de Roy, acompañada de un guiño que a la chica le hubiese resultado atractivo si no fuera porque ya lo conocía.   
-Euugh- expresó ella.
-Oigan, basta los dos- exigió Oliver, para después dirigir su atención a Roy- ¿Por eso es que habías estado hace poco en la estación? ¿Por robar el bolso de una niña?-
Roy sólo se encogió de hombros. No lucía para nada arrepentido.
-Por eso y algunas cosillas más- respondió sin evasivas- Uno tiene que comer- fue la indiferente respuesta del joven, manteniendo el contacto visual sin intimidarse en lo más mínimo.
Con hambre, uno haría de todo por sobrevivir… nadie lo sabía mejor que Oliver.
-Y vaya que me equivoqué al retirar los cargos- se reprendió a si misma Thea- ¿Puedes creer que el muy desgraciado me engañó para que lo hiciera? No tiene vergüenza y…-
-Thea- la interrumpió su hermano mayor. Si en algún momento le iba a decir, bueno, cuanto antes mejor- Roy va a estar con nosotros de ahora en adelante-
El sepulcral silencio que siguió fue causado más que nada por la expresión horrorizada de la chica, quien tardó, pero finalmente reaccionó.
-¡¿Qué?!- replicó, deseando que tan sólo se tratase de un breve momento de locura temporal por parte de Ollie, así que trató de hacerlo entrar en razón- ¡No puede quedarse, ni siquiera lo conoces!- espetó- ¡Podría robarnos y largarse en medio de la noche o algo peor!-
-Thea, cálmate- le pidió Oliver, aunque tenía que admitir que su hermanita tenía un poco de razón en alarmarse- Eso no pasará. Roy y yo tenemos un acuerdo- le explicó.
-¿Ya revisaste siquiera sus cosas?- exigió, muy enojada al darse cuenta de que Oliver no estaba bromeando- No me sorprendería que trajera drogas o algo así con él- apuntó, lanzándole al chico una despectiva mirada de superioridad.
Oliver se quedó en silencio por un momento, decidiendo s abofetearse o no por descuidado. No es que desconfiara de Roy como Thea lo hacía, por miedo a que les robara o algo así, pero se supone que era el tutor. ¿Qué tal si el chico traía con él algo peligroso?... Iba a tener que comenzar a ser más responsable de ahora en adelante.
-No revisé nada, pero creo que deberé hacerlo- sentenció- Roy, pásame tu mochila-


4 comentarios:

  1. hay nooooooooooooo, esto esta qeu arde acatualiza pronto si, por favor por favor, por favor

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  2. jajajajajjaja, cínico el mucha chito....

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  3. Estaba literalmente comiendo palomitas de maíz y me hicste lanzar varias a la pantalla de la laptop... que tiene en la mochila????????? Olliver apurate!! en ver jejeje. Muy buena historia...como siempre :D

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  4. esto se pone interesante quiero leer más ¿que tendrá en el bolso? ay quiero saber actualiza pronto

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