- tengo miedo papi.- dijo a su padre pálido por el miedo, su padre lo observo con inmenso amor lo abrazo y sentó sobre sus piernas.
- tranquilo bebé, será solo un piquete rápido… no lo sentirás.- aseguro.
El tigrecito miraba cada movimiento de la enfermera y cuando estuvo la inyección lista se acercó.
- noooooo papi, ya no quiero… ¡dile que se aleje de mi!.- exigió a su padre el pequeño de 7 años.
- hijo mírame… te prometo solo será un pinchacito y ya.
La enfermera se acercó, limpio la zona, enterró la aguja suavemente y comenzó a introducir el líquido en el pequeño brazo.
- aaahhhh papitooooo buaaaa.
- ya bebé ya paso.- le dijo besando a su pequeño quien había recibido una inyección contra el sarampión.
Después padre e hijo se fueron a la pastelería más cercana de la clínica y comieron torta de merengue con nueces y almendras.
Pobrecito de mi niño.
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