martes, 31 de diciembre de 2013

Julio y Fran



-         Cuento hasta tres, Julio, y para entonces quiero ver la muñeca de tu hermana encima de la mesa. – dijo Fran, con voz firme y seria. – Uno… Dos….Dos y medio…

Iba a decir “tres” cuando un  pequeño destroza juguetes salió de debajo de la cama con el cadáver de lo que no hacía mucho había sido una estupenda muñeca. Cabeza y cuerpo estaban separados y el autor del delito sujetaba cada parte en una mano. Silenciosamente, dejó ambos trozos encima de la mesa y se retiró un poco, mirando al suelo  aparentando estar muy arrepentido.

Fran se alegró mucho de que hubiera salido a tiempo. Así no tenía que cumplir la amenaza de usar algo más que su mano. Sin decir nada le agarró del brazo y le llevó a la cama. Se sentó y le colocó en frente de él, mirándole a los ojos mientras le bajaba el pantalón y la ropa interior. Julio no lloró, tal vez mentalizado de que no servía de nada, tal vez dispuesto a encajar aquello como el niño mayor que ya era, con sus nueve años recién cumplidos.

Fran le tumbó encima de sus rodillas y le sujetó por la cintura. Quiso asegurarse de que todo estaba bien antes de comenzar.

-         ¿Por qué voy a castigarte?

-         Por romper el juguete nuevo de Lucía…

-         El juguete que le trajo Santa, hace menos de una semana, y que a ella le gustaba mucho. – matizó Fran, y dejó caer la primera palmada, que arrancó un gemido en su pequeño. Después vinieron varias más, y Julio empezó a llorar enseguida. 

PLAS PLAS PLAS ¡Auuu! PLAS PLAS
PLAS PLAS  Ya …snif….PLAS PLAS Ya no más, papi PLAS
PLAS Bwwwaaa PLAS PLAS Seré bueno… PLAS PLAS

Fran dejó la mano quieta sobre la piel caliente y colorada de su hijo, y le acarició suavemente. Cuando notó que los sollozos disminuían un poco, le puso de pie y le colocó la ropa, mientras Julio se frotaba los ojos sin dejar de llorar.

-         ¿Pero bueno, tanto llanto  por unas palmaditas de nada? Mira que yo he sido más suave que mamá. Ella estaba muy enfadada porque hiciste llorar a tu hermanita.

Julio no dijo nada y siguió restregándose los ojos. A Fran le dio mucha ternura y le besó en la frente.

-         Vamos, ya está. No seas tan trasto y así no te tendré que castigar ¿eh? – dijo, mientras le agarraba para sentarle encima. - ¿Por qué rompiste su muñeca?

-         ¡Porque sí!

-         Porque sí no es un motivo, hijo.

-         Es que tú….tú….

-         ¿Yo qué?

-         ¡Tú vas a ir al parque con ella!

-         ¿Y qué hay de malo en eso?

-         ¡Que a mí me ibas a llevar al cine! – protestó Julio, y lloró aún más. Fran entendió dónde estaba el problema y le apretó contra sí.

-         ¿Y no crees que pueda hacer las dos cosas?

Julió le miró con un brillo nuevo en los ojos, al entender que su padre no planeaba cambiar su tarde con él por una tarde con su hermana. Fran sonrió, y le dio un golpecito cariñoso en la nariz.
-         Qué cosas me piensas, hijo. Nos habríamos ahorrado un mal trago los dos si me hubieras preguntado. Y tu hermana no tenía culpa de nada como para que la pagaras con su muñeca.

Julio puso un puchero para que no le regañara más y Fran le levantó la barbilla para mirarle a los ojos.

-         Sólo una cosa más, cariño: nunca te escondas de mí. Aunque te esté regañando no tienes que temerme miedo. Yo nunca te haría daño.

-         ¡Pues me lo hiciste! – protestó Julio con indignación. Fran sonrió y le dio un beso.

-         Tu traserito revoltoso  no entra en el trato.


2 comentarios:

  1. Muy tierno relato, jiji! Qué sin vergüencita que es Julio!!!

    Lindísimo Dream...... =D

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  2. que monada creo que seguiré vuestra senda y comenzare con el canibalismo... porque están para comérselos a todos y sin aderezo

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